La Jornada
11 de febrer0 de 2007
Laura Poy Solano
Falta compromiso para atender problemas de la población: Octavio Paredes López
En México aún estamos lejos tener científicos «revolucionarios, conscientes de las necesidades de los mexicanos, que hagan prevalecer las altas prioridades de la sociedad en temas tan urgentes como alimentación, nutrición y acceso a medicinas», aseguró Octavio Paredes López, profesor-investigador del Centro de Investigaciones y de Estudios Avanzados (Cinvestav) del Instituto Politécnico Nacional (IPN) y ex presidente de la Academia Mexicana de Ciencias.
Señaló que en un país que ha formado a sus científicos, «difícilmente encontraremos un investigador mexicano que no haya sido capacitado, entrenado y pagado con recursos de la sociedad», debería existir un compromiso de prestar atención a los problemas que afectan a la población y al país, «pero con una enorme responsabilidad social».
En entrevista con La Jornada, indicó que a diferencia de países como Chile, Brasil y España, que han identificado las prioridades de sus sociedades, en México «permitimos la pérdida de material genético como los maíces y frijoles pigmentados Âde alta calidad nutricional para buscar el genoma del maíz palomero que, por mucho, no es el más importante en la alimentación de los mexicanos».
A ello se suma que «plantas tan cercanas a nuestra historia y cultura, como las cactáceas, que inclusive están en la bandera nacional, despierten mayor interés en Corea y China, donde se ha invertido para conocer una planta mágica y valorar sus aportaciones nutricionales».
Destacó que ante el debate sobre los transgénicos, «que es un tema que debe resolver la sociedad mexicana, estamos dejando de lado problemas esenciales, como la autonomía alimentaria que debe ser prioridad para detener la dependencia en la generación de alimentos básicos».
Sin duda, «se trata de una discusión importante, pero igual de relevante es el análisis y la reflexión sobre el rescate de los alimentos y valores que este país tiene, y de la estrategia a seguir para un uso más racional y más inteligente».
No podemos caer en la confusión, insistió, de creer que la biología molecular «sólo genera transgénicos, pues si bien es una expresión de esta tecnología, hay otras aplicaciones fundamentales que no se tienen que expresar como transgénicos, como es el caso de una biotecnología agrícola que ayude a la producción de alimentos y medicinas que los mexicanos necesitan, con base en las características orográficas, a la vocación agronómica y, por supuesto, al rescate de los materiales genéticos».
Lo trágico del tema de los transgénicos, señaló, es que excepto los materiales genéticos generados por procesos convencionales, «no existe ningún organismo genéticamente modificado o algún tipo de material transgénico desarrollado por mexicanos, pues se emplean materiales de grandes trasnacionales».
Por ello, siendo México un país megadiverso, «es evidente que se deben tener consideraciones y cuidados especiales, además de identificar los grandes intereses comerciales que se mueven en este asunto».
Sin embargo, indicó que es «inevitable reconocer, nos guste o no, que los transgénicos están creciendo en todo el mundo, y que el control de las empresas trasnacionales es cada vez más poderoso, y están ahí para hacer negocio, porque no podemos ser tan ingenuos de creer que llegaron para dar mejor nutrición a los mexicanos».
En México, indicó, ya hemos desarrollado materiales genéticos que no utilizamos, como el maíz de alta calidad proteínica, con un mensaje nutricional que duplica al grano normal, y que es fundamental para la alimentación de los mexicanos, «pero qué tanto los sembramos y qué tanto los grupos de investigadores están trabajando sobre temas que satisfagan las características que requiere la elaboración de tortillas, por citar un ejemplo».
Por ello, insistió en que debe prevalecer un «enorme compromiso social» por parte de los jóvenes científicos para transformar la manera en que se ha venido haciendo la ciencia en México, pues no sólo es un tema vinculado a los recursos, «también es una cuestión filosófica, ya que se requiere un incremento gradual de financiamiento en tanto revisamos nuestra estructura científica para acercarla más a las necesidades de la sociedad».