El universal
2 de enero de 2007
Amalia García Medina*
El 2006 fue un año complejo en el ámbito político. Se expresó la gran diversidad que convive en México y, sobre todo, se hizo claro el deseo de muchos mexicanos por modificar el actual modelo económico; el cual ha agrandado la brecha entre ricos y pobres, convirtiéndonos en uno de los países más desiguales del mundo.
La contienda electoral del año que pasó nos demostró que son muchos y muchas quienes están en favor de la equidad y exigen políticas públicas dirigidas a disminuir las inequidades sociales de todo tipo; económicas, de género, educativas, culturales.
Así, consecuentes con las lecciones del proceso electoral, los legisladores de las diferentes fuerzas de izquierda hicieron un papel fundamental para reorientar la propuesta original de presupuesto enviada por el Ejecutivo y reasignaron recursos a áreas esenciales para el país; con lo cual demostraron la necesidad de que esta fuerza política sea sólida en los parlamentos y en los gobiernos de nuestro país.
El sábado 23 de diciembre, luego de una sesión maratónica, 400 legisladores aprobaron el Presupuesto de Egresos de la Federación para 2007, por un monto superior a los 2 billones de pesos. La propuesta original del Ejecutivo recortaba fondos a esas que son nuestras grandes prioridades nacionales: educación, programas sociales, seguridad social, salud. También, con acalorados debates, se discutieron los recortes a la UNAM, así como al sector cultural y científico que volvieron a traer a un primer plano de análisis el papel de la izquierda en el actual panorama nacional.
Desde hace un par de décadas se ha manejado que nuestro país requiere destinar 8% del PIB, según cifras de la ONU, para contar con una educación acorde con las necesidades del entorno globalizado donde nos encontramos. Sin embargo, esta cuestión ha sido subestimada por los últimos gobiernos de la República, quienes, en los hechos han escatimado apoyos para la educación superior, en una época en la que la información es la puerta para incorporarse a las nuevas etapas del desarrollo.
En el rubro del apoyo a la ciencia y la tecnología, la situación es todavía más sombría; haber destinado un equivalente a 0.35% del PIB para este aspecto ha motivado una toma de postura por parte de la Academia Mexicana de Ciencias, dado que se trata del monto más bajo en dos décadas, con lo que se pone en riesgo un sector tan importante hoy en día para cualquier nación del mundo.
Hace cinco años Bill Gates pronosticó que para estas fechas, la división entre los países no se basaría en naciones pobres o naciones ricas, sino en aquellas que son capaces de producir avances y desarrollos científico-tecnológicos y las que se ven incapacitadas de hacerlo. Resulta muy triste que un país como México, con un gran potencial en este campo, con mentes que destacan por su preparación y brillantez, tenga que padecer una fuga de cerebros que asciende hasta 39% de nuestros investigadores que cuentan con doctorado.
Es la educación, vinculada con la ciencia y la tecnología, lo que podrá detonar el crecimiento de nuestro país; es decir, se trata de prioridades para el futuro de México, y no podemos darnos el lujo de dejarlas de lado.
El trabajo de los legisladores de las izquierdas para reasignar recursos a estos ámbitos estratégicos del país fue relevante para frenar la intención de recortar y hasta desaparecer programas sociales que atienden sectores prioritarios para el país como el campo y la educación. También se destinaron fondos para el fortalecimiento de las entidades federativas (PAFEF) y para la construcción de caminos rurales y carreteras. Fue iniciativa de los legisladores del Frente Amplio Progresista instituir una pensión de 500 pesos mensuales para los adultos mayores que viven en zonas rurales. Es decir, asumieron su compromiso de promover acuerdos en favor de aquellos ámbitos que son tradicionalmente excluidos.
Dar pasos para eliminar estas exclusiones es lo que nos permitirá fortalecer nuestra democracia, darle un sentido profundo para ir más allá del proceso electoral y fomentar la participación de la gente, dando resultados. Estoy convencida de que México requiere una democracia con adjetivos, con contenido social, que reconozca las desigualdades y genere políticas públicas para incorporar a millones de mexicanas y mexicanos al desarrollo, y potenciar así un crecimiento sustentable y con equidad.
*Gobernadora de Zacatecas