Academia Mexicana de Ciencias
Boletín AMC/061/17
Ciudad de México, 20 de marzo de 2017
- La acuicultura del pulpo Maya o rojo es una opción económica para el sureste mexicano ante el posible aumento de temperatura del mar en las próximas décadas.
- Embrión de Octopus maya a punto de salir del huevo.
Imagen: cortesía doctor Carlos Rosas.
Imágenes en alta resolución
Campeche, Quintana Roo y sobre todo Yucatán producen anualmente 25 mil toneladas anuales de pulpo (Octopus maya). La especie, también conocida como pulpo Maya o pulpo rojo, es endémica de México y se caracteriza por su color y consistencia suave. El 80% de la pesca del cefalópodo se exporta a Europa, 10% a Asia y el resto se destina para abastecer la demanda nacional. A nivel mundial, México ocupa el tercer lugar en producción de pulpo por pesca después de China y Japón.
Por su relevancia económica para la Península de Yucatán y por ser una especie que se podría ver afectada con el aumento de la temperatura del mar debido al cambio climático —el cual se prevé de 2ºC a 3ºC en los próximos 50 años—, es que investigadores de la Unidad Multidisciplinaria de Docencia e Investigación de la Facultad de Ciencias de la UNAM, ubicada en Sisal, Yucatán, patentaron el “Sistema de Incubación y Engorda de Pulpos Maya Baby” y “Alimento para pulpo”, ambas como tecnologías complementarias.
Un rasgo reproductivo de la hembra es que desova una sola vez en su vida. En el laboratorio se ha logrado que ponga en promedio mil huevos. Una vez que la hembra ha colocado todos los huevos en el nido el desarrollo embrionario dura hasta 60 días, después de los cuales nace el 90% de los pulpos, informó Carlos Rosas Vázquez, líder del proyecto.
Una característica particular de esta especie y que facilita su cultivo es que al nacer lo que emerge del huevo es un pulpo completamente desarrollado, muy similar a los que se observan en su etapa adulta. Debido a esa característica es posible alimentarlos con alimentos inertes, lo cual ha permitido obtener sobrevivencias entre el 40 y 60% de los pulpos cultivados, a diferencia de otras especies cuyas sobrevivencias en cultivo no llegan al 1%.
“Una vez que han salido del huevo, los pulpos son llevados a estanques en donde permanecen por un periodo de cuatro meses, tiempo en el que alcanzan un peso de 250g. Ese tamaño se ha considerado para el cultivo de esta especie pues así se cubre la demanda del mercado gourmet. Entre el desarrollo embrionario y la cosecha se requiere un periodo de seis meses”, comentó.
“Nosotros desarrollamos una tecnología a un nivel semi-piloto en las instalaciones universitarias y lo que hace falta es escalarlo a nivel piloto-comercial. Ese escalamiento se tiene que hacer de la mano con una empresa que arriesgue capital para poder establecer la magnitud del sistema de producción que vaya a tener como consecuencia un producto rentable”.
Aunque la especie alcanza un tamaño más grande, los investigadores proponen que el producto que desarrollaron se venda en los 250 gramos para que no compita con el pulpo de pesca y que se enfoque en un mercado gourmet. Este producto estaría dirigido a un sector poblacional que está dispuesto a pagar más dinero por una preparación gastronómica más exquisita o elaborada del cefalópodo.
El integrante de la Academia Mexicana de Ciencias (AMC) indicó que ya han recibido solicitudes de compra de la patente de Malasia, Honduras y empresarios nacionales, pero no se ha logrado la transferencia debido a que se requiere pasar por la etapa piloto-comercial, por lo que en años recientes la UNAM inició un convenio con una cooperativa local, Moluscos del Mayab, constituida principalmente por mujeres para cultivar pulpos. “Es un convenio de confidencialidad para que ellas puedan utilizar la tecnología”, apuntó.
La patente por el “Sistema de Incubación y Engorda de Pulpos Maya Baby” —protegida en México, Estados Unidos, la Comunidad Europea, Chile y Argentina— se logró luego de revisar la literatura sobre el tema y observar que esta especie tiene la particularidad de desarrollar ejemplares juveniles que pueden ser fácilmente alimentados, a diferencia de otras especies que desarrollan una larva planctónica que es más difícil de alimentar. Además de haber desarrollado un sistema de incubación que favorece que las hembras siempre pongan sus huevos en la parte superior del nido.
Se requería, adicionalmente, un sistema de flujo del agua marina, por lo que “hicimos un estudio de microscopía electrónica donde pudimos darle seguimiento a los embriones durante todo su desarrollo en presencia y ausencia de flujo de agua y vimos que sin el flujo de agua el embrión se empieza a llenar de capas de bacterias que con el tiempo conducen a su asfixia y posterior muerte, por lo que diseñamos un sistema de flujo de agua y aireación que evita que estas bacterias se anclen y mantiene a los huevos sanos”.
Respecto al “Alimento para pulpo”, Rosas Vázquez comentó que empezaron dando a los Octopus maya la comida que se encontraba en el mercado de los animales acuáticos. “Después de muchos experimentos, nos dimos cuenta que los pulpos no crecían con ese alimento y que eso no estaba relacionado con la calidad de las proteínas con que era diseñado, sino con algún otro factor que estaba vinculado con la forma de digerir de los pulpos. Por esa razón empezamos a estudiar la fisiología digestiva de Octopus maya”.
Tras más de 40 pruebas con diferentes tipos de alimentos, en donde todas las propuestas resultaron fallidas, el doctor en ciencias se acercó a veterinarios para conocer el sistema digestivo de los cerdos y la función de sus enzimas.
“Descubrimos que el pulpo digiere el alimento más parecido a un vertebrado que a un invertebrado. La diferencia es el tipo de enzimas que el pulpo utiliza para su digestión que son más bien ácidas, a diferencia de los invertebrados marinos que tienen enzimas alcalinas. El alimento que patentamos es una pasta elaborada con proteína nativa, calamar y crustáceos aglutinados con grenetina. Si bien originalmente es costoso, hemos logrado reducir los costos sustituyendo algunos ingredientes por desechos de la industria del fileteo del pescado, con lo que los pulpos reaccionan muy bien”.
El doctor Carlos Rosas consideró que para que su tecnología sea adquirida se requiere una etapa piloto-comercial. “Creo que lo que nos falta como institución en la UNAM e incluso como país es una instancia especializada en las distintas cosas que se pueden patentar y en donde se puedan llevar los productos del laboratorio a un nivel piloto comercial.
Por ejemplo, para escalar la incubadora de pulpos se requiere no solo de la incubadora, sino de lo que componen las instalaciones de acuicultura marina: el terreno costero, la infraestructura eléctrica, los insumos para la preparación de alimentos, agua de mar, así como el capital para cubrir con los costos de operación”.
Luz Olivia Badillo.