Milenio Diario
06 de septiembre de 2006
Redacción
Jonathan Hodge, experto inglés en el tema
El proceso natural tiene como eje el papel del azar; el humano es dirigido
Jonathan Hodge, el principal experto mundial en Charles Darwin y el origen de la teoría de la evolución, enfrentó en México una interrogante que ya es parte del debate de la historia de la ciencia: ¿se puede considerar como evolución la intervención de la ¡mano! humana en las selección de las características hereditarias de los seres vivos a través de la ingeniería genética?
El profesor de la Universidad de Leeds, Inglaterra, respondió que no, y subrayó que su respuesta la daba como historiador y con base en las ideas que dieron origen al término evolución, en las que es indispensable que participen el azar y la selección natural.
¡Los procesos de esta nueva área de investigación no se parecen a la evolución natural y es muy significativo que tengamos estos términos nuevos como ingeniería genética. La esencia de la concepción de evolución es que estuviera apegada a los cambios naturales y en este caso no ocurre así!, indicó en conferencia de prensa, en la Casa del Libro de la UNAM.
El también especialista en filosofía llama a no considerar que los estudios sobre la transformación de las especies son algo acabado pues, subraya, todavía hay un campo muy grande de interrogantes sobre estos procesos. Entre esas preguntas está la duda de cómo considerar la aparición de nuevas formas de vida con intervención dirigida de los seres humanos.
¡Saber si con la teoría de la evolución debemos o no descartar la existencia de Dios es una pregunta muy difícil de contestar, se planteó hace mil años y seguramente se volverá a plantear dentro de otros mil. Pero el hecho es que la teoría explica el proceso de cambio de las especies, con base a leyes de la naturaleza observados por la ciencia. No se refiere a la existencia de Dios o no!, indicó.
El investigador, que en 1996 visitó la UNAM por primera vez, subrayó que temas como la clonación y la ingeniería genética, demuestran que las teorías evolutivas no están terminadas y que es necesario crear nuevos conceptos para explicar el impacto biológico que tendrán estos avances.
¡El nuevo conocimiento nos obliga a tomar decisiones políticas y sociales frente a ellos y ese es el precio de saber cosas nuevas!, concluyó.