Academia Mexicana de Ciencias
Noticia AMC/39/06
México, D.F., martes 15 de agosto de 2006
- Durante julio y agosto, 770 estudiantes de licenciatura realizaron prácticas en todo el país
- Juan Pedro Laclette, presidente de la AMC, señala que México requiere incrementar cuatro o cinco veces el número de científicos
- Gustavo Chapela, Juan Pedro Laclette y Judith Zubieta, durante el encuentro con los estudiantes.
Foto: Claudia Macedo/AMC.
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Para la mayoría de los estudiantes de los últimos semestres de licenciatura, la sola idea de pasar sus vacaciones de verano en un laboratorio de investigación parecería una broma o incluso un castigo. Pero para 770 jóvenes de todo el país que participaron en el Verano de la Investigación Científica, de la Academia Mexicana de Ciencias (AMC), se trata de una «experiencia inolvidable», «un parteaguas en la vida», «un estímulo profesional y personal» y «una inspiración de vocación».
Los artífices que generaron estas expresiones son un grupo de 539 científicos pertenecientes a universidades, centros e institutos de investigación miembros de la AMC y del Sistema Nacional de Investigadores quienes los recibieron e introdujeron en el apasionante campo de la investigación científica.
Este programa de la Academia, que data de 1990, fomenta el interés de estudiantes de licenciatura del sexto semestre en adelante por la investigación en los campos de las ciencias exactas, naturales, sociales, humanidades y tecnológicas.
¿Pasar las vacaciones en un laboratorio de investigación? «Â¡Claro que sí!», afirma Damaris Sosa, estudiante de Odontología de la Universidad Veracruzana en Poza Rica, quien desde hace 7 semanas realiza prácticas en el campo de la Microbiología aplicada a la Odontología. «Han sido mis mejores vacaciones».
No conforme con ello, Damaris señala estar dispuesta a tomarse otro periodo de asueto igual y, aunque hace dos meses no tenía idea de la importancia de la ciencia, está dispuesta a estudiar un posgrado y dedicarse a la investigación.
Las becas consisten en 5 mil pesos para los estudiantes que realizan su estancia fuera de la ciudad donde cursan sus estudios, así como el costo del pasaje redondo vía terrestre, mientras que para quienes cursan el Verano en el mismo lugar donde estudian, la beca es de 2 mil 500 pesos.
Ciria Verdugo, de la Universidad Autónoma de Sinaloa en Guasave, sostiene que el trabajar con investigadores de alto nivel le ha abierto su perspectiva en el campo de trabajo y ha fomentado su gusto por el conocimiento.
«Se trata de una experiencia de vida inolvidable que, además de mejorar y ampliar las perspectivas profesionales, contribuyen a la madurez personal de todos los que participamos», comenta Carlos Zúñiga, estudiante de la Universidad de Sonora quien ha pasado el verano en el Instituto Nacional de Medicina Genómica.
Sostiene que llegó a la capital del país sin reloj ni cartera por la mala fama de la Ciudad de México y los chilangos, pero esta experiencia le ha cambiado la imagen no sólo de la capital sino de la investigación en un campo tan importante como la genética. «El estar en contacto con científicos en sus laboratorios de investigación me ha dado otra visión de la medicina», dijo.
En esta edición participaron 83 instituciones de todo el país, entre ellas la Universidad Nacional Autónoma de México, la Universidad Autónoma Metropolitana, el Instituto Politécnico Nacional, El Colegio de México, el Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Monterrey, el Colegio de Bachilleres, las universidades tecnológicas y estatales, entre otras.
Durante la clausura del Decimosexto Verano de la Investigación Científica, Juan Pedro Laclette, presidente de la Academia Mexicana de Ciencias, subrayó que México requiere incrementar cuatro o cinco veces el número de científicos que actualmente tiene y que, para lograrlo, se requerirá tiempo pues el país sólo forma 1700 doctores al año.
Laclette, también director del Instituto de Investigaciones Biomédicas de la UNAM, indicó que se debe reforzar la educación superior y el posgrado, y justamente ese es el objetivo de este programa: fomentar el interés de los jóvenes por la ciencia, a la que calificó como «la mejor profesión del planeta».
Octavio Palomino, de Chihuahua, Georgina Sosa, de Guadalajara, Porfirio Torres, de Chetumal, y otros 180 estudiantes presentes en la ceremonia de clausura en la sede de la AMC, estuvieron de acuerdo: se trata de la más apasionante actividad humana.
A pesar de lo satisfactoria que puede ser la carrera científica, en México (con más de 105 millones de habitantes( sólo hay 12 mil investigadores, lamentó Judith Zubieta García, directora del programa, quien agregó que las mujeres son las que atraviesan mayores problemas para llegar acceder a la educación y lograr ser científicas.
Satisfecha, Zubieta señaló que el 45 por ciento de las solicitudes recibidas en el programa fueron de mujeres. «Deseo que ustedes constituyan parte de una generación de científicas y tecnólogas que nos ayuden hacer el cambio. Tenemos además la responsabilidad de educar. Si una mujer tiene educación, es muy probable que sus hijos también la tengan».
En su turno, Gustavo Chapela Castañares, director general del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología, instó a los jóvenes que se dieron cita en la sede de la AMC, a estudiar un doctorado.
«Si realmente ustedes deciden, con base en las experiencias que han tenido, continuar la carrera de investigación, inscríbanse directamente al doctorado, para que su profesión como científicos efectivamente comience», señaló.