Alto nivel nutricional de comida prehispánica

Nurit Martí­nez
24 de junio de 2006
Nurit Martí­nez

Piojos, chinches y hormmigas, destacan su alto valor nutricional, evitan la obesidad, elevados niveles de colesterol y curan enfermedades digestivas y cardiovasculares

08:44 Los piojos con sal y limón, unas chinches doraditas con guacamole, «caviar mexicano», «los jumiles sagrados, para comunicarse con Dios», y pedir que gane la Selección; pulgones, hormigas, moscas, escarabajos, caracoles y, por supuesto, gusanos de maguey son la opción botanera para que este sábado se pueda seguir el encuentro de futbol entre México y Argentina.

Investigadores de la alimentación mesoamericana sugieren reincorporar estos insectos de consumo prehispánico a la dieta del mexicano para evitar que la obesidad siga siendo uno de los principales factores de enfermedades; e incluso combatir problemas cardiovasculares por su bajo nivel de colesterol, o bien para curar enfermedades digestivas, respiratorias, óseas, nerviosas, reumatoides, de artritis, circulatorias, en uso como antibióticos, bactericidas, analgésicos o proveedores de vitaminas.

Se trata de una botana o comida «alternativa para el futuro con alto valor nutricional, y que evita la obesidad; que no se ha promovido en México por la falta de mecanismos de recolección y comercialización en nuestro paí­s», refieren especialistas del Centro de Investigación de Estudios Avanzados de Irapuato y del Colegio de Sinaloa.

En el estudio Los alimentos mágicos de las culturas indí­genas mesoamericanas, elaborado por Octavio Paredes López, Fidel Guevara Lara y Luis Arturo Bello Pérez, y difundido por el Fondo de Cultura Económica, se asegura que el consumo de insectos, mejor conocido como entomofagia, se practica en México desde la época prehispánica.

De hecho, en el Códice Florentino, escrito por fray Bernardino de Sahagún y sus informantes, se describe el consumo de 96 especies de insectos comestibles.

Sin embargo, en este nuevo censo elaborado por los investigadores del Cinvestav y el Colegio de Sinaloa, se rescata el uso y consumo de 506 especies de insecto, tan sólo en los estados del centro, sur-sureste y algunos del norte de México.

En el ambiente, ocho de cada 10 animales que se encuentran en el mundo son insectos, por lo que desde hace algunas décadas se han registrado mil 681 especies de insectos comestibles. Con esto significa que en México se consume una tercera parte de los insectos del mundo.

Es una cantidad «reducida» respecto a la cantidad de especies que existen, pero al mismo tiempo son consideradas como «una alternativa para el futuro, para combatir el hambre, la desnutrición, pero también la obesidad».

Confiar en el sabor

En la ciudad de México, El Gusanito del Antojo es uno de las decenas de lugares en los que se ofrecen este tipo de insectos como una variedad de los entremeses, botanas, salsas o platos fuertes.

«El consumo de escamoles, chapulines, hormigas chicantanas, jumiles y caracoles se hace más por morbo que por un real conocimiento de su valor nutricional», refirió Jorge Pineda, propietario de ese lugar, y quien, como otros empresarios del gusano, buscan que su producto sea exportable a Corea, Japón y Francia.

«Me da cosa en el taco», «aún se retuerce», «está tronando» o «sentí­ las patitas» son algunas de las expresiones de quienes por primera vez han probado algunos de estos insectos en El Gusanito del Antojo, pero una vez que se prueban, confí­a Jorge Pineda, «la gente llega hasta desarrollar un paladar para comprobar el cuidado de crianza de los gusanos».

Consumirlos o no va más allá de la idea de que de una buena presentación en el plato, nace el sabor. Con los gusanos, esto no funciona. Se trata de confiar en el sabor y buscar semejanzas.

Hormigas, escamoles, chicantanas, jumiles o chapulines que, dicen quienes los han probado, se asemejan a la carne de jaiba, de cerdo, de pollo o con sabor a nada.

Valor nutricional

Lo cierto es que por tratarse de insectos de tierra, su origen de reproducción en ambientes «poco higiénicos», se tiene la idea de que más que nutritivos o analgésicos o bactericidas, pueden provocar enfermedades digestivas.

Lo cierto es que es todo lo contrario, los investigadores encontraron que la mayorí­a de esos gusanos comestibles se alimentan de plantas como hojas, frutos, néctar de las flores o savia, entre otras. «Por lo que desde ese punto de vista se trata de un producto higiénico».

En el estudio para conocer si pueden ser portadores de valores nutritivos en su consumo, Octavio Paredes López, ex presidente de la Academia Mexicana de Ciencias; Fidel Guevara y Luis Arturo Bello encontraron en el Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán que contienen complementos nutricionales que se obtienen también sólo a través del consumo de carne, leche y huevos.

«Los insectos contienen sales minerales que ayudan a regular la presión sanguí­nea; algunos ricos en calcio y magnesio. Se ha encontrado que contienen cantidades importantes de vitaminas del complejo B», explican.

Algunos insectos en estado de larvas proporcionan calorí­as que pueden considerarse «buenas», puesto que provienen de ácidos grasos poliinsaturados, los cuales se encuentran principalmente en aceites vegetales y que al consumirse no producen colesterol».

De acuerdo con los cientí­ficos, los gusanos presentan como ventaja su alto valor reproductivo, que les permiten formar enormes poblaciones en corto tiempo, tanto en el medio terrestre como acuático.

Fueron las culturas nahua, zapoteca, mixteca, maya y tarasca las que utilizaron los insectos para curar enfermedades digestivas, respiratorias, óseas, nerviosas y circulatorias, así­ como también se utilizaban como antibióticos y bactericidas.

«Por ejemplo, el grillo prieto de Veracruz se utiliza para combatir la deficiencia de vitaminas, las hormigas mieleras para la fiebre, los jumiles como anestésico y analgésico.

«En el caso de las abejas, su veneno se usa para combatir la artritis y el reumatismo.»

En Taxco, Guerrero, es común que la gente se pregunte ¿trae familia? Para referirse a si trae jumiles o chinches, y regularmente se comen sólo con sal y limón.

Los nombres más comunes de los escarabajos o sus larvas son gusanos de palos, escarabajos rinocerontes y gallina ciega.

Los gusanos de maguey se pueden encontrar en color blanco o rodado, y se preparan friéndolos con aceite o manteca, y se muelen junto con jitomate y chile, o se comen así­, en tacos.

Actualmente el mercado de estos productos se ha ampliado al extranjero, por lo que son pequeñas empresas familiares las que se dedican a envasarlos y exportarlos, principalmente a Europa y Estados Unidos.

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