Academia Mexicana de Ciencias
Boletín AMC/256/16
Ciudad de México, 1 de noviembre de 2016
- Investigadora mexicana aisló componentes activos de tres organismos del Mar de Cortés contra las cepas de tuberculosis, malaria, enfermedad de Chagas y leishmaniasis.
- El pepino de mar contiene la molécula bioactiva neotiósido C, que controla e inhibe Leishmania mexicana, un microorganismo que produce úlceras cutáneas crónicas y se transmite por la picadura de un mosco.
Imagen: tomada del libro Temas selectos de Química de Productos Naturales, publicado por la FQ de la UNAM.
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El mar y su biodiversidad representan un vasto territorio que ofrece amplias expectativas para la ciencia en la búsqueda de nuevos agentes terapéuticos. El Mar de Cortés, que se localiza entre las costas de la península de Baja California, Sonora y Sinaloa es un mar interior de extraordinaria riqueza biológica que ha sido muy poco explorado y en el cual la investigadora Rosalba Encarnación Dimayuga, investigadora retirada de la Universidad Autónoma de Baja California Sur (UABCS), incursionó en la búsqueda de organismos marinos con potencial biomédico.
Se estima que la investigación de esponjas, corales, nudibranquios, briozoarios, algas, bacterias, hongos y demás fauna han aportado aproximadamente once mil moléculas con propiedades farmacológicas, una cifra aún pequeña frente a la inmensidad de los mares y sus recursos.
Pionera en la búsqueda de moléculas de interés farmacológico en el país, la integrante de la Academia Mexicana de Ciencias contribuyó a la descripción y aislamiento de componentes activos del Mar de Cortés de tres especies, mismas que se reportan en el capítulo «Investigación farmacognóstica de plantas medicinales y organismos marinos del mar de Cortés de Baja California Sur» del libro Temas selectos de Química de Productos Naturales que publicó el Instituto de Química de la Universidad Nacional Autónoma de México en marzo de este año.
“El punto de partida fue un estudio sobre la medicina tradicional en Baja California Sur para el cual se realizaron entrevistas a 381 personas de 127 comunidades. El procesamiento de la información arrojó el uso de 369 plantas, 14 organismos marinos, 16 animales terrestres y 9 sustancias con fines medicinales”.
A partir de estos resultados y tras consultar en la literatura científica en la que se reportaba que esponjas, equinodermos, corales blandos, entre otros, eran portadores de compuestos activos. Junto con su equipo de investigación Encarnación Dimayuga emprendió la colecta de organismos marinos. En diversas exploraciones obtuvo diferentes tipos de extractos y los sometió a pruebas de actividad biológica, aplicando el Método de Difusión en Agar (MDA), para el cual emplearon bacterias tales como Staphylococcus aureus, Bacillus subtilis, Streptococcus faecalis, Escherichia coli y Candida albicans como indicadores.
A los extractos más activos los sometieron a procesos de fraccionamiento biodirigido con el fin de purificar las sustancias activas, las cuales eran identificadas por técnicas de resonancia magnética nuclear, infrarrojo, espectrometría de masas y difracción de rayos X, principalmente.
“Identificamos a la esponja marina Aplysina gerardogreeni como una nueva especie. De esta aislamos la aerotionina, que resultó ser un compuesto muy activo contra diferentes cepas de Mycobacterium tuberculosis, bacteria responsable de la tuberculosis, multirresistente a antibióticos de primera línea. Estos estudios sirvieron de base para que otro grupo de investigación posteriormente aislara las aplisinonas A-D, nuevos derivados de la dibromotirosina que mostraron actividad citotóxica contra algunas células tumorales humanas”, explicó la farmacobióloga.
“Otra de las especies que estudiamos a fondo fue el coral Muricea cf. austera del cual se aislaron tres derivados de la tiramina, dos glucósidos esteroidales del pregnano y tres sesquiterpenoides activos contra Plasmodium falciparum —uno de los parásitos causantes de malaria en humanos— y Trypanosoma cruzi —protozoo causante de la enfermedad de Chagas—”.
Los grupos químicos de interés para la industria farmacéutica son los flavonoides, alcaloides, cumarinas y saponinas, de estas últimas se sabe que pueden mostrar actividad antifúngica, bactericida, antiviral, antiprotozoaria, antimicrobiana, antitumoral, etcétera; estas se encuentran presentes en el pepino de mar Neothyone gibbosa que la investigadora estudió.
“Encontramos que el neotiósido C del pepino de mar es una molécula bioactiva para controlar e inhibir Leishmania mexicana, un microorganismo que produce úlceras cutáneas crónicas, que se transmite por la picadura de un mosco”, comentó la científica, quien hoy en día es presidenta de la Fundación Farmacognosia y Medicina Complementaria y Alternativa de Baja California Sur A.C., espacio desde el cual se dedica a difundir y promover las propiedades medicinales de plantas, animales y organismos marinos.
Un tesoro submarino
México cuenta con un millón 562 500 hectáreas de lagunas, litorales y esteros, de los cuales 892 000 hectáreas corresponden al Pacífico, 587 200 al Golfo de México y 83 300 al Mar Caribe. Su zona económica exclusiva o mar patrimonial es de 200 millas náuticas a partir de la costa, lo que representa un total de 2.8 millones de kilómetros cuadrados de océano.
“México es un país que ocupa el cuarto sitio mundial en cuanto a su diversidad biológica; sí nos falta mucho por explorar y estudiar las especies que pueblan los continentes, nos falta, además de los recursos y dedicación, un gran esfuerzo para el estudio y exploración de los mares. Tenemos litorales extraordinarios, muy extensos que vienen a representar una mayor superficie que el territorio terrestre y muchos de ellos tienen una riqueza que todavía no se ha investigado”, indicó.
Luz Olivia Badillo.