La ciencia mexicana sin vinculación con la sociedad

Campus Milenio
03 de marzo de 2006
Carlos Reyes
suplementocampusmilenio@yahoo.com.mx

La investigación cientí­fica es indispensable para incrementar el patrimonio cultural de la sociedad y generar talento, mientras que el desarrolló tecnológico es necesario para resolver problemas socioeconómicos y generar riqueza para el paí­s. Por ende, la solución de los problemas de orden socioeconómico es prioritario, pues mejorará la calidad de vida de la población

En México, la brecha entre el conocimiento y su aplicación productiva es cada vez más amplia La ciencia en México no ha podido cerrar esa franja que separa la investigación cientí­fica de su impacto real en los distintos ámbitos de la sociedad.

Se sabe, y se coincide cada vez más, en que la ciencia es la palanca mediante la cual se pueden resolver muchos de los problemas que aquejan al paí­s, pero la realidad dista mucho de esa premisa.

Los propios diagnósticos elaborados por la comunidad cientí­fica establecen esa distancia entre ambos caminos. La solución de los problemas centrales de México no están en concordancia -al menos no en el nivel que requiere- con el apoyo a las áreas prioritarias de la investigación.

La burocratización de los procesos de formación y evaluación de cientí­ficos y la carencia de una estrategia de Estado bien definida en la materia son sólo algunos de los obstáculos que impiden caminar hacia la vinculación del conocimiento con el desarrollo del paí­s.

Además, la conformación de polí­ticas d apoyo a la ciencia y la tecnologí­a de manera vertical dificultan la atención de demandas y necesidades tan diversificadas en cada una de las regiones que integran al paí­s.

Si a eso se añade, como lo comentan los cientí­ficos, que la definición de las prioridades en materia de ciencia para los próximos años requiere de un gran consenso y voluntad de todos los sectores involucrados en ello, la distancia entre los beneficios directos de la ciencia y la generación de investigaciones e vuelve todaví­a más un aspecto a cuidar a detalle.

Eso sí­, canalizar esfuerzos y apoyos hacia las áreas que pueden marcar una diferencia en el desarrollo económico del paí­s no significa, por ningún motivo o pretexto, condicionar el ejercicio de la ciencia a directrices que no estén claramente sustentadas.

Se agudiza la brecha

De acuerdo con las Premisas de las Polí­ticas de Ciencia, Tecnologí­a e Innovación para el Desarrollo Económico y Social, elaboradas por el Foro Consultivo Cientí­fico y tecnológico, es claro que en un contexto en el que el conocimiento es fundamental para insertarse en el mundo globalizado, existe una relación cercana entre ciencia, tecnologí­a, innovación y crecimiento.

Para la conformación de este documento, el Foro Consultivo Cientí­fico y Tecnológico reunió la opinión de académicos de diferentes disciplinas, instituciones y entidades, representantes del gobierno y el sector privado, y de especialistas en el tema.

El documento establece la necesidad de generar conocimiento cientí­fico y tecnológico para impulsar el desarrollo económico y social pero, lamentablemente, en México la brecha entre el conocimiento y su aplicación productiva es cada vez más amplia.

«Esto se ha traducido en una pérdida importante de la posición competitiva del paí­s en los mercados mundiales, en un estancamiento del crecimiento económico, en una escasez relativa de recursos fiscales para reactivar la economí­a, y en una limitada repercusión del conocimiento cientí­fico y tecnológico en la solución de los problemas sociales», señala.

Y aunque las experiencias de polí­tica en ciencia y tecnologí­a señalan que el desarrollo de los paí­ses está fuertemente asociado al impulso de ambas, en el p paí­s no hay un acuerdo aún sobre cuáles es la tendencia que debe seguir sen la materia.

«Hay una falta de consenso sobre los actores que deben participar en la definición de esa polí­tica, las instituciones que deben ser las responsables de definirla y ponerla en práctica, los propósitos que han de perseguir y las relaciones que deben plantearse entre ciencia, tecnologí­a, economí­a, cultura y sociedad», puntualiza el documento,

Además, la investigación cientí­fica es indispensable para incrementar el patrimonio cultural dela sociedad y generar talento, mientras que el desarrollo tecnológico es necesario para resolver problemas socioeconómicos y generar riqueza para el paí­s.

Por ende, la solución de los problemas de orden socioeconómico es prioritario, mejorará la calidad de vida de la población, requiere un mayor acceso al conocimiento y una mejor distribución social del mismo, establece la propuesta del Foro Consultivo Cientí­fico y Tecnológico.

Al respecto, José Antonio de la Peña Mena, director del Instituto de Matemáticas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), considera que hacer ciencia es la única ví­a que tiene el paí­s para mantener el paso y evita mayores rezagos del progreso general del mundo.

En ese sentido, explica, hay al menos dos aspectos que dependen del progreso cientí­fico: la educación y la tecnologí­a. Por un lado, para que el sistema educativo mantenga el nivel que exige el mundo moderno se requiere gente que esté enterada -y participe – de los avances contemporáneos.

«Estos niveles educativos requieren de permanente actualización desde los niveles básicos, pero más urgentemente en los niveles avanzados de formación de profesionistas», puntualiza.

Por otro lado, no sólo la producción de avances tecnológicos requiere de la ciencia. La utilización de tecnologí­a generada en otros lugares, requiere también de un adecuado nivel de sofisticación local para adecuar las tecnologí­as, hacerlas útiles según los insumos y aplicaciones locales.

«Por lo anterior, la ciencia tiene un impacto decisivo en la formación de profesionistas -aun si no están vinculados a la ciencia misma- y la utilización de tecnologí­a -sea propia o generada en otros paí­ses», dice De la Peña Mena.

Incluso, el investigador cierra con una pregunta que mucho ilustra la ausencia de esa vinculación con los problemas del paí­s: «Â¿Qué cantidad de recursos financieros usa Petróleos Mexicanos (Pemex) comprando tecnologí­a extranjera, contratando técnicos extranjeros para usarla, adecuarla, repararla?».

Más interacción y flexibilidad

Una de las principales limitantes para alcanzar una mayor vinculación entre generación de conocimiento y su impacto en los distintos campos de la sociedad, se relaciona con la falta de interacción entre los distintos actores causada por polí­ticas demasiado verticales.

De acuerdo con el diagnóstico del Foro Consultivo Cientí­fico y Tecnológico, lo que se requiere es fomentar la formación de redes de colaboración e intermediación entre los agentes que intervienen en la producción y uso del conocimiento, así­ como garantizar la vinculación entre las cadenas industriales existentes y la investigación.

Se necesita además fortalecer la interacción entre disciplinas, campos y áreas del conocimiento y promover la interacción entre polí­ticas locales, regionales y nacionales. De imperar este enfoque, ello contribuirí­a a la competitividad y al desarrollo económico y social sustentable.

El problema es que actualmente las polí­ticas en ciencia y tecnologí­a se diseñan e implementan en los diferentes niveles: local, regional, nacional. La definición de las polí­ticas «desde arriba hacia abajo» no puede atender a la diversidad regional y local, advierte el análisis.

«Es necesario combinar polí­ticas ‘desde arriba hacia abajo’ con otras ‘desde abajo hacia ‘arriba’ emanadas de las regiones y localidades, y hacerlas compatibles. Este enfoque conducirá a asegurar la coordinación entre los agentes que operan a niveles nacional, regional y locales dice el documento.

Aunado a esta falta de coordinación, existen por lo menos tres modelos: el académico, el empresarial y el social. Cada uno de ellos responde a los intereses particulares de algún agente, tiene asociado un conjunto de instrumentos y fomenta la generación de diferentes resultados.

La falta de diálogo y coordinación entre los agentes sobre las caracterí­sticas de estos modelos no permite avanzar hacia el diseño e implementación de una polí­tica pública de CTI que contribuya al desarrollo nacional», enfatiza el análisis.

Pero la falta de coordinación y flexibilidad de las polí­ticas también incide en el quehacer de los cientí­ficos. Alfonso íngeles Valencia, director del Centro de Investigación y Desarrollo de Tecnologí­a Digital (CITEDI) del Instituto Politécnico Nacional (IPN), sostiene que las redes de investigación son necesarias para impulsarla movilidad que requieren los investigadores.

Dicha movilidad es una pieza central en su quehacer intercambio para lograr consolidarlos grupos con investigadores de otras latitudes, tanto nacionales como internacionales.

El gran lastre de los investigadores, enfatiza íngeles Valencia, es el absurdo control administrativo que sobre ellos se ejerce.

«Se les da el trato de empleados de escritorio (burócratas) al controlar su asistencia a sus centros de adscripción con tarjeta, y no mediante un programa de compromisos y productividad», dice.

Esto ha sido alentado a su vez por los severos controles de la Secretarí­a de la Función Pública, a través de sus í“rganos Internos de Control, los cuales no comprenden (o explica el investigador que no se comete ningún fraude al presupuesto federal al no estar los investigadores sentados en sus escritorios ocho horas diarias.

Los investigadores, cuando se tiene un compromiso por cumplir, invertimos mucho más de las cuarenta horas semanales para llevarlo a cabo. Por lo anterior, entre nuestras prioridades, además del respeto al presupuesto comprometido para ciencia y tecnologí­a, está garantizar una mayor flexibilidad y apoyo para lograr la formación y consolidación de grupos y redes de investigación», señala.

De ahí­ la necesidad de promover interacciones entre los agentes para generar intereses compartidos, construir consensos y encontrar nuevas formas de participación.

Se trata de construir una propuesta integral de polí­tica pública en la que cada actor asuma una responsabilidad colectiva, la cual debe estar articulada y vinculada a una estrategia nacional de desarrollo. En otras palabras, es fundamental tener una mayor coordinación, flexibilidad pero, sobre todo, compromiso.

Fijar prioridades no implica descuidos

El análisis del Foro Consultivo Cientí­fico y Tecnológico señala que la definición de prioridades es fundamental en un paí­s como el nuestro con grandes carencias sociales, importantes desigualdades y recursos limitados.

Es necesario generar un consenso sobre cuáles deben ser las prioridades en las que se deberá concentrar la polí­tica pública, la cual, como coinciden los cientí­ficos, en la interacción, la coordinación entre actores y la atención de las necesidades locales, regionales y nacionales.

Por ello, no está de más revisar las prioridades en áreas como las tecnologí­as de la información y telecomunicaciones, biotecnologí­a y genómica, materiales avanzados, diseño de productos de alto valor agregado y procesos avanzados de manufactura, entre otras.

«La polí­tica pública de ciencia y tecnologí­a debe considerar, entre otros factores, las condiciones estructurales especí­ficas del paí­s, como la estabilidad macroeconómica y polí­tica, la disponibilidad de financiamiento, además de las polí­ticas estructurales que se están implementando», señala.

La ciencia y la tecnologí­a deben contribuir a una mayor competitividad del paí­s y a un mayor bienestar social de s u población. Para lograr estos objetivos se debe formular y acordar una polí­tica de Estado de ciencia, tecnologí­a e innovación, que trascienda sexenios e incluya prioridades gubernamentales en todos los niveles de gobierno.

«Esta polí­tica deberá considerar: un incremento anual sostenido del presupuesto, la descentralización y federalización de los recursos, y una mayor participación de los agentes en su instrumentación y en esta polí­tica, la inversión juega un papel central y deberá alcanzar la cifra de 1 por ciento anual establecida en la Ley de Ciencia y Tecnologí­a», concluye el diagnóstico.

Alfonso íngeles Valencia, director del Centro de Investigación y Desarrollo de Tecnologí­a Digital (CITEDI) del Instituto Politécnico Nacional (IPN), considera que tradicionalmente ha habido, emanado del criterio del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnologí­a (Conacyt), un apoyo irrestricto a la investigación básica, lo cual ha redundado, en un nivel aceptable internacionalmente de investigadores-escritores.

«Pero creo que Conacyt se olvidó, o ha dejado para mejor momento, de apoyar a la investigación y desarrollo tecnológicos. Con esto no quiero decir que se deje de hacer ciencia básica, pero sí­ que se apoye y se estimule como debe ser a los investigadores tecnológicos. Las investigaciones que más se deben apoyar son aquellas que propicien el trabajo en grupo», expresa.

No se trata, insiste, de descuidar algunos campos y comenzar a apoyar otros. En ciencia y tecnologí­a, todo esfuerzo es fundamental.

Por su parte, José Antonio de la Peña Mena, director del Instituto de Matemáticas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), advierte que deberí­a planificarse el desarrollo y crecimiento del paí­s según áreas estratégicas. En ese marco, la ciencia deberí­a jugar un papel esencial.

Se debe, agrega, elegirlas áreas de desarrollo, apoyarla formación de recursos humanos y el desarrollo de infraestructura en esos temas, la creación de centros de investigación, entre oros aspectos.

Pero eso sí­, deja en claro el investigador y ex presidente de la Academia Mexicana de las Ciencias (AMC): todas las áreas deben ser prioritarias y ninguna debe condicionarse.

«No podemos descuidar el desarrollo de algunas de ellas dado el escaso apoyo que han tenido en tiempos recientes. Esto no quiere decir que se reparta el dinero parejo entre todos los que hacen ciencia.

«En primer lugar el grado de desarrollo y las necesidades de cada área son distintas, en segundo lugar, apoyando sólo áreas que ya se cultivan en el paí­s, jamás vamos a crear una masa crí­tica en áreas estratégicas nuevas que se han descuidado históricamente en México», dice.

Todo se reduce a contar, y ya, con una planeación estratégica. De ello depende el desarrollo de la ciencia.

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