Academia Mexicana de Ciencias
Boletín AMC/077/15
México, D.F., 01 de abril de 2015
- Hay tres aspectos comunes entre los adictos que hacen difícil su recuperación: la gran disposición de heroína, la desconfianza en las instituciones gubernamentales y el crimen organizado como una barrera para ingresar a los centros de tratamiento: Martha Romero Mendoza
- De la amapola se extrae la materia prima para la fabricación de drogas como la heroína y la morfina.
Foto: internet.
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Algunos investigadores han observado la aparición de lo que podrían considerarse nuevas epidemias, como la adicción a la heroína en Hermosillo, Puebla, Cuernavaca y Oaxaca; la cual, según los expertos, están ligadas íntimamente al tráfico de drogas, y también prevén que tenga consecuencias en la aparición de nuevos casos de VIH/SIDA.
Lo anterior fue parte de las discusiones en el Congreso de Salud Pública que se llevó a cabo a principios de marzo pasado en la sede del Instituto Nacional de Salud Pública, en Cuernavaca, Morelos, que reunió a especialistas sobre diversos temas y de distintas instituciones, entre ellos varios miembros de la Academia Mexicana de Ciencias.
En el caso de Oaxaca, la heroína que se consume no es la blanca si no la llamada “negra”, la cual prevalece en la República Mexicana y la explicación, según la doctora Martha Romero Mendoza, del Instituto Nacional de Psiquiatría, es que esta zona es un área de producción y tráfico de este tipo de heroína.
“El consumo tiene que ver con el tráfico y la venta de la heroína. En la actualidad se está sembrando la materia prima para la producción de heroína en todo el pacífico, por lo que estados como Guerrero, Oaxaca y Michoacán, se ven afectados; otro factor son los carteles en el país y su desplazamiento”.
Sin embargo, en este estado el riesgo del contagio del virus del SIDA por el consumo de drogas inyectadas puede ser menor, ya que la heroína negra al momento de inyectarse tapa la aguja, lo que obliga al usuario a utilizar una jeringa nueva o a limpiarla para volverla a utilizar, disminuyendo con ello el riesgo de contagio, mencionó la investigadora.
Debido a la novedad de este fenómeno en Oaxaca, Romero Mendoza ha documentado cerca de 30 casos con el propósito de conocer de acerca el perfil del adicto, los procesos de recuperación y, en general, las trayectorias de vida de los adictos a la heroína. Señala que los datos recabados hasta este momento indican que el espectro del consumidor es amplio atravesando todas las profesiones, oficios y niveles socioeconómicos.
“Los entrevistados relatan que un gramo de la negra cuesta alrededor de 250 pesos, que se traduce en un gasto diario de 700 pesos y de 20 a 30 mil pesos mensuales. Los métodos son la inhalación, el goteo, y el más común: la heroína inyectada. Los adictos procuran no dormir y no comer para prolongar los efectos. El consumo en Oaxaca está normalizado porque la gente se dedica a eso. Inclusive las personas que venden, obtienen cerca de un millón de pesos a la semana porque hay compradores de toda la República”, apuntó la doctora Romero.
La rehabilitación es un tema difícil, según explicó la experta, ya que en Oaxaca no hay clínicas de atención y los pacientes deben viajar hasta el Distrito Federal, en donde se les proporciona metadona para sustituir la adicción. “Recapitulando las entrevistas, observamos tres aspectos comunes entre los adictos que hacen difícil su recuperación: la gran disposición de heroína en Oaxaca, la desconfianza en las instituciones gubernamentales, y el crimen organizado como una barrera para ingresar a los centros de tratamiento. Además la metadona no es suficiente para su recuperación pues esta debe de ir acompañada por un apoyo psicológico”, destacó la especialista.
Avances y retos en las políticas públicas
Lo cierto es que este tipo de adicción debe encender alertas pues puede propiciar otro problema: la infección por virus de VIH y su rápida propagación. Actualmente, en nuestro país se contabilizan 180 mil infectados por este virus, 112 mil ya fueron diagnosticados y cerca de 60 mil están en supresión viral, que no significa que estén curados, más bien los niveles del virus son bajos y no se perciben, explicó por su parte el doctor Carlos Magis Rodríguez, del Centro Nacional para la prevención y el Control del VIH/SIDA (CENSIDA).
“Cabe señalar que los usuarios de drogas inyectables tienen un índice de infección por VIH veintidós veces superior a la población en general, según datos de ONUSIDA, en 2012. Y alrededor de un diez por ciento de todas las nuevas infecciones por el VIH en el mundo se deben al consumo de drogas intravenosas, pero en algunas regiones es ahora la principal vía de transmisión del VIH”, precisó.
A pesar de la información nos tardamos en tomar decisiones, continuó el doctor Magis, pues en 1994 se presentó el primer trabajo sobre este tema en una conferencia internacional, pero hasta 2003 instituciones mexicanas como CENSIDA y CONADIC publicaron su posición a favor de la reducción del daño en usuarios de drogas inyectables; y hasta 2006 CENSIDA comenzó con el reparto federal gratuito de jeringas como una forma de reducción de daños.
Ya que la relación entre el consumo de drogas inyectadas desemboca en un problema grave de salud pública que no puede considerarse como un problema aislado porque depende de una serie de eventos concatenados, la solución tampoco puede ser aislada o sólo una. “Si bien la Secretaría de Salud no ha podido erradicar el problema, una buena parte de la solución está en la reducción de daños, para evitar así que el problema se propague”.
Para ello, CENSIDA brinda un kit en el que se incluye un folleto, agua destilada, un condón, gasitas alcoholadas y una jeringa. “Nos hemos tardado 20 años en repartir una jeringa limpia y damos muy pocas. Tan solo de 2011 a 2013 dimos casi seis millones de jeringas en distintas ciudades del país como Mexicali, Guadalajara, Ciudad Juárez, Tijuana y Hermosillo. Mientras que en 2014 no pudimos dar nada”, indicó el doctor Magis, quien añadió que aún falta poner más esfuerzo en la reducción de daños.
Mariana Dolores.