LA HISTORIA, UN PROCESO COMPLEJO «PER SE» Y DE ESTUDIO

Academia Mexicana de Ciencias
Boletín AMC/027/15
México, D.F., 03 de febrero de 2015

  • Es a partir de la distancia, del tiempo que transcurre, que se puede apreciar el peso de los cambios y de las continuidades: Erika Pani
  • La historiadora presentará próximamente los libros «Para pertenecer a la gran familia mexicana: Procesos de naturalización en el siglo XIX” e “Historia mínima de Estados Unidos»
La doctora Erika Pani Bano, experta en historia política de México y Estados Unidos  en el siglo XIX.
La doctora Erika Pani Bano, experta en historia política de México y Estados Unidos en el siglo XIX.
Foto: Elizabeth Ruiz Jaimes/AMC.
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La historia tiene un valor moral y ha sido escrita, reescrita y preservada, unas veces en archivos y otro tanto en la memoria colectiva. Pero también ayuda a entender el contexto histórico y a los actores que intervienen en los procesos históricos. Por eso, la historia no puede simplemente exaltar a algunos y condenar a otros, sino reconstruir la lógica de las decisiones que tomaron en circunstancias específicas.

En México por ejemplo, durante mucho tiempo se quiso ver a la historia, uno, como la biografía de la nación, como si fuera un ente que siempre ha existido y que atraviesa los siglos; y dos, como la versión secularizada del relato providencial, dijo en entrevista Erika Pani Bano, investigadora especializada en la historia política de México y Estados Unidos durante el siglo XIX.

“Hemos querido ver en la historia de México la historia del progreso, del camino hacia la salvación humana. Este tipo de guiones aún está presente, tal vez con menor intensidad, pero se mantiene. La idea de que la humanidad tiene que pasar por una serie de etapas, y eventualmente llegar a ese lugar dorado, que puede ser el comunismo, la sociedad liberal perfecta, etcétera, persiste”, abundó la científica social, miembro de la Academia Mexicana de Ciencias, secretaria de la actual Consejo Directivo.

Aunque hay historias estructuradas por tramas como estas, dijo que vale la pena desarmarlas, valorar el pasado por lo que sucedió, analizar los procesos en sus propios términos, y con ello desbaratar las suposiciones sobre buenos y malos.

Desestimó asimismo que la historia sirva como forjadora de identidad, porque la idea de una identidad nacional tiende a dejar de lado la gran diversidad de la sociedad, y el sentido de pertenencia a una comunidad histórica no debe basarse en lo que unos hicieron bien y otros mal. “La historia nos pone frente a la complejidad de la experiencia humana, la multitud de factores que le dan forma, el peso del tiempo y del espacio y esto no se presta a juicios fáciles de valor”.

Sin embargo, la investigadora de El Colegio de México expuso que pese a los esfuerzos de los profesionales en esta área de conocimiento, la historia de México se sigue mostrando llena de héroes y villanos, cuyas figuras son usadas por la clase política para legitimarse o para atacar a otros políticos, cuando podría ser una comunidad de políticos que busca estar unida por lo que va a hacer y no por lo que ya hizo.

Erika Pani consideró que es importante rescatar los desafíos del pasado, tener presente las respuestas que se dieron en los distintos periodos, ya que podría contribuir a tener una sociedad y una clase política más tolerante, más reflexiva y más crítica.

Por lo anterior, subrayó que el gremio de historiadores está obligado a mirar desde perspectivas distintas para entender mejor el pasado. “Lo maravilloso de la historia es que todo es historia: se puede trabajar sobre grandes temas como la política, la guerra, la economía, pero una historia de cómo se ha administrado, por ejemplo, la basura en las ciudades, también puede ayudarnos a entender cómo se cruzan las necesidades de la población, las ambiciones de políticos y empresarios, las visiones de lo ´moderno´, y lo ´civilizado´, el desarrollo tecnológico y la capacidad de negociación y movilización de ciertos sectores sociales”.

De los retos de los historiadores

Sobre los principales retos que enfrentan los historiadores en su desempeño, subrayó que los especialistas como ella tienen que escribir historias que interesen a los no especialistas. “A nosotros todo nos parece fascinante, nos interesamos por los detalles o pequeños eventos que al final dicen mucho, pero tenemos que aprender a llegar a un público más amplio y mostrar por qué es relevante lo que estudiamos”.

Aclaró en ese sentido que los historiadores no son profetas, su labor es entender el mundo en el que las sociedades viven a través de las investigaciones históricas que realizan, difícilmente podrían predecir escenarios futuros, por ello recalcó y recordó que la historia es un proceso muy complejo y que es a partir de la distancia, del tiempo que transcurre, que se puede apreciar el peso de los cambios y de las continuidades.

Otro de los desafíos que identificó Pani para el gremio es estar atentos a la preservación de los archivos locales o regionales en el país, su materia prima de trabajo, por ello calificó de positiva la Ley Federal de Archivos -publicada en enero de 2012-, porque favorece el impulso a la sistematización y a la conservación de la documentación como tarea de gobierno.

Próximos trabajos a publicar

Erika Pani adelantó que está próximo a publicarse un libro sobre los extranjeros naturalizados en el país durante el siglo XIX, y espera publicar otro más este mismo año que lleva por título “Historia mínima de Estados Unidos”, el cual está pensada para un público no estadounidense.

La primera obra, “Para pertenecer a la gran familia mexicana: Procesos de naturalización en el siglo XIX”, analiza los mecanismos legales y burocráticos mediante los cuales 3 mil 400 personas -la mayoría hombres y casi la mitad españoles-, se naturalizaron mexicanos entre 1828 y 1917, cuando la Constitución transformó las bases legales relativas a la nacionalidad; y expone las razones por las que los inmigrantes decidieron optar por ese vínculo jurídico. “La naturalización es una práctica poco frecuente, pero nos dice mucho sobre cómo se piensa la comunidad política y la autoridad del Estado. Resultó ser, además, una investigación muy divertida”.

Sobre el segundo texto, la también directora del Centro de Estudios Históricos de El Colegio de México destacó la conveniencia de que los mexicanos puedan enterarse de la historia estadounidense en 300 cuartillas, pues existe gran cantidad y variedad de mitos sobre el que ha sido el país vecino de norte, una prioridad de la política exterior mexicana y nuestro socio comercial más importante. “Con Estados Unidos –indicó- los mexicanos tenemos una relación tormentosa, de amor-odio, pero de la que nosotros no conocemos su historia, ni los mecanismos que regulan su vida pública y no está de más que nos enteremos de ella”.

Elizabeth Ruiz Jaimes.


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