La Crónica de Hoy
18 de enero de 2015
Isaac Torres Cruz
Gerardo Herrera Corral es pionero de la participación de México en el Gran Colisionador de Hadrones (LHC), proyecto al que ha dedicado una importante fracción de su trayectoria como investigador. Hace casi una década, el conocimiento de la sociedad mexicana acerca del proyecto del LHC, y los experimentos que llevaría a cabo, era muy insípido, pero personajes como el científico del Centro de Investigación y de Estudios Avanzados (Cinvestav) contribuyó a cambiar ese panorama en los últimos años.
A la par de sus investigaciones, el físico especialista en altas energías se ha tornado además en un portavoz imprescindible sobre el acontecer del LHC en la Organización Europea para la Investigación Nuclear (CERN), así como en un talentoso comunicador de la ciencia. Después de la publicación de dos libros sobre el LHC, el investigador del Cinvestav, cuyas lecturas de la obra de Juan Rulfo lo marcaron y motivaron a dedicarse a la literatura, prepara una nueva publicación donde busca sistematizar cronológicamente en la historia de la humanidad y del Universo, los grandes avances recientes de la ciencia.
“Ha habido tantos descubrimientos recientemente, como en los temas de radiación cósmica de fondo, inflación y bosón de Higgs, y quizá no hemos sabido dónde ubicarlos”, señala en entrevista. “Pensé que sería buena idea plasmar cronológicamente dónde está cada cosa y así las personas lo ubiquen mejor”.
Sin adelantar demasiados detalles del libro, que sería publicado por editorial Taurus próximamente, el científico explica que buscó plasmar en el texto la historia del Universo en siete etapas fundamentales, abarcando incluso temas como la conciencia y la vida.
ESCRITOR. Herrera Corral publicó en 2013 El Gran Colisionador de Hadrones. Historias del laboratorio más grande del mundo, editado por la Universidad Autónoma de Sinaloa; posteriormente, en 2014, publicó El Higgs, el Universo líquido y el Gran Colisionador de Hadrones (FCE). Para entonces ya se había develado la existencia de la partícula primigenia que le valdría el Premio Nobel de Física a sus teóricos: Peter Higgs y François Englert.
El chihuahuense ha impartido también conferencias y charlas de divulgación, así como asistido a programas de televisión y radio para explicar los misterios y maravillas de la física de nuestros días. También ha escrito artículos divulgativos, algunos de los cuales han aparecido en las páginas de Crónica y siempre muestra generosidad y afabilidad en entrevistas y encuentros con sus lectores.
Es insoslayable apreciar la claridad con la que expresa, platica y escribe sobre los intrincados vericuetos de la física de partículas y su micro Universo, casi inconmensurable para nuestra percepción y entendimiento.
Este ejercicio siempre le ha interesado, incluso su primera publicación después de regresar del extranjero, tras múltiples estancias posdoctorales, fue un artículo de divulgación para la revista Avance y Perspectiva del Cinvestav. Quizá, refiere, escribir ha sido importante para él porque quiso ser escritor, pero otro motivo es que la divulgación se ha convertido en un vehículo o extensión más de la pasión por su trabajo.
“Tiene que ver con el entusiasmo que siento por lo que hago y me gusta contárselo a la gente. Después de escribir algunos artículos y ver que fueron bien recibidos me di cuenta de que la gente quiere leer sobre estos temas y requiere de materiales”.
En el CERN, expone, es bastante común entre los físicos su gusto por contar lo que hacen y si bien hay quienes lo exponen de manera incomprensible, “en general el trabajo de investigación se hace con entusiasmo y eso va mucho de la mano con contarle a los demás lo que haces. Además, si adviertes que otra persona tiene interés genuino te enganchas haciéndolo”.
PALABRAS DENSAS. En ocasiones, al releer algunos de sus textos, Gerardo Herrera se pregunta a sí mismo “¿por qué escribí algo tan denso?” y está seguro de que siempre puede bajarle el tono de dificultad a algunos de sus materiales escritos. Si bien refiere que es un proceso de aprendizaje, añade que a la hora de escribir se ha enfrentado a un problema adicional.
“Ya no sólo lo voy a contar, sino que quedará escrito y piensas ‘esto lo van a leer mis colegas’ y me van a criticar por decir algo tan brutal, de manera imprecisa o vaga, por ello uno tiende a endurecer su escritura. Al final uno no acaba dándole a los especialistas lo que quisieran, pero vas cuidando lo que escribes. Sin embargo, creo que no debería de ser para tanto, hay que dirigirse a la gente y ya sin importar la crítica de los expertos”.
“¿Cómo puedes explicar el Higgs de esta manera?”, podría escuchar decir a alguno de sus colegas. A lo que él responde: “Bueno, es que lo tienes que hacer de alguna forma”. No obstante, con el paso del tiempo, enfatiza, “a uno le vale la crítica”.
Habrá científicos y otros colegas que se lo tomen demasiado en serio, pero el miembro de la Academia Mexicana de Ciencias se ha dado cuenta de que “los físicos no necesariamente entendemos lo que hacemos”. En algunas de sus charlas divulgativas, comenta, ha encontrado colegas entre la audiencia y, en más de una ocasión, han tenido la valentía de decirle “ah, entonces en realidad era eso…”.
“En ocasiones, en nuestro trabajo no nos preocupamos por poner en palabras las ecuaciones y cuando preguntas al físico qué significa no lo sabe o no le interesa. Ponerle palabras y verbalizar muchos conceptos es un trabajo intelectual difícil. Esto no sólo es válido para las charlas de divulgación sino también para las de especialistas”.
La literatura, refiere, le ha ayudado a idear metáforas o un lenguaje para hacer ese tipo de traducciones, y si bien no pudo dedicarse a ésta como lo pensó en su juventud, la física y la ciencia no lo han alejado de esa inquietud y se convirtieron más bien en el motivo de sus escritura. “Se quedó ahí como proyecto, pero siempre es una tentación”.